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LUN 06.07.2015
Dicen los libros de historia que la ciudad gallega de Vigo fue conocida durante un tiempo como "ciudad de la oliva". El motivo tiene que ver con un olivo que plantaron los caballeros monjes templarios en el atrio de la iglesia de la Colegiata de Santa María como un símbolo de paz y armonía.
Sin embargo, transcurridos los años el olivo desapareció con las obras de derribo de la iglesia para construir la nueva. Uno de los esquejes del árbol fue salvado por el administrador de la Aduana, Manuel Ángel Pereira, que lo plantó en el jardín de su casa. Aquel viejo olivo creció y finalmente fue trasladado al Paseo de Alfonso XII, donde se convirtió en uno de los símbolos más reconocibles de una ciudad.
El escudo de Vigo contaba ya con las ramas del olivo, como parte de su emblema heráldico. Junto al árbol luce una placa con la promesa de "amor, lealtad y abnegación por la ciudad", que hicieron los vigueses en 1932. Por todo ello, los aficionados y jugadores del Celta de Vigo son 'olívicos', en honor a la que durante un tiempo fue conocida como la "ciudad de la oliva" y que desde hace siglos está ligada a este árbol.
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