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MIE 14.12.2016
Sus vidas son sinónimo de fútbol. De pasión. De sentimiento. Un sentimiento que no puede ser de otro color; rojiblanco.
“Con cuatro años ya nos pidió unas botas de fútbol”, dice Pedro Sampedro, padre de Amanda, la capitana del Atlético de Madrid. “Desde prescolar juega Marta”, comenta Paqui, la madre de Corredera. “Empezó a jugar a fútbol cuando aprendió a caminar”, añade Almudena, la madre de Marta Cazalla. Porque las tres futbolistas han crecido con un balón en los pies. Y, desde entonces, no se han separado él. Ahora, tras años de entrega y compromiso, comparten pasión y vestuario, el del Atlético de Madrid, donde sus familias están viendo cuánto ha merecido la pena dedicarse al mundo del fútbol femenino.
Tres familias que han luchado, vivido y acompañado a sus hijas en el largo camino del fútbol femenino. Un camino que les ha llevado a cumplir un sueño: jugar en el Estadio Vicente Calderón ante más de 13.000 personas.
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